sábado, 2 de abril de 2011

Lo que oigo desde mi casa

Desde mi casa suelo oír varios ruidos o sonidos, es lo mismo, lo único es que los sonidos son más agradables que los ruidos, pero la verdad, a mí me gustan todos,  pues cuando los percibo, me doy cuenta que oigo y con eso me conformo.
Como vivo encima de un Puerto Deportivo,  lo que más oigo son los motores de los barcos, cuando al Puerto entran o salen,  lo mismo por la mañana que por la tarde. A mí no me molestan, ni hablar, al contrario, cuando los oigo la vida me dan, todo es acostumbrarte, pues la verdad, a toda hora no están.
También oigo a los niños, cuando en un curso de vela están, me encanta oírlos : José, dame la botavara, : voy Marina que estoy acabando  de colocar la mía y  al momento los veo a todos en el mar, silenciosos no hacen ruido, pues el viento empuja las velas de sus barquitos y muy suave se los lleva mar adentro, oigo sus risas y a mí me da la sensación, que son pollitos, salidos del cascarón.
Frente a mi casa, en la parte de atrás, hay una Iglesia y también oigo las campanas, ellas anuncian cuando empieza la misa. Primero da tres campanadas, es el primer toque,
Un poco más tarde da dos campanadas, es el segundo toque y un poco más tarde da una campanada, es el tercer toque, este quiere decir que la misa va a empezar. Como yo vivo muy cerca, espero que dé el tercero, pues como enseguida llego, así  espero menos.
También en la parte  de atrás de mi casa está la Avda. de la Costa Blanca´, es una carretera que tiene mucho tránsito, va desde Alicante a la playa de San Juan y muchos coches circulan por ella, es curioso a mí me llama la atención, me pongo a mirar y siempre digo lo mismo ; que casualidad, los de arriba abajo quieren ir y los de abajo subir, no creáis que tonta soy, pero eso es lo que suelo pensar, pues mi cabeza quieta no puede estar.
Los coches también los oigo, pero los oigo poco, pues como están en la parte de atrás, en esa parte no suelo estar, siempre estoy en la parte que da al mar.
 En el bloque de al lado, había un perrito, ahora ya no está y a veces yo lo oía ladrar.
Yo la verdad, un poco rara soy, pues otra persona se enfadaría, y yo lo tomaba con filosofía. Sera porqué que gustan los perros y me acuerdo del que yo tenía.
Cuando lo oía ladrar, me asomaba y le decía : Cállate un poco ya, que la novela quiero oír y ya va a empezar. Y como si me entendiera, me miraba y tendiéndose en la terraza, se callaba, y a mí me hacía mucha gracia. Bueno la verdad, solo ladraba cuando desde su terraza, algún perro por el Puerto pasaba.
También oigo las olas, cuando el mar enfurecido está y choca con las piedras que formando una muralla, en el Puerto hay.
Entonces me doy cuenta, que cuando el mar se enfurece, nadie lo puede parar. El ruido es impresionante, ensordecedor, pero a mí me gusta y por fuerte que sea, me llega al corazón.
Aunque sea difícil de creer, doy gracias a Dios, que me ha dado el don, de que a esos ruidos, pueda oírlos yo y eso es lo que a veces me hace pensar, que un poco de rara soy.
Pienso en cuantas personas en un mundo de silencio están, puede ser que sea que por algo de ello yo pasé, que ahora cuando oigo algún ruido, por desagradable que sea a mí me parezca bien.

ROSARIO

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