Javier era un alto ejecutivo, tenía 35 años, era un hombre atractivo, moreno, ojos negros, su pelo también era negro, alto y recio, podría haber sido chico de pasarela, pero en sus años juveniles, solo se preocupaba de sus estudios. Era de una familia de clase media, y sus padres trabajaron mucho para que él tuviese estudios, ya que tenía capacidad para ello. Sacó la carrera de económicas, hizo oposiciones y entró de directivo en un banco, tuvo la desgracia de perder a sus padres en un accidente de coche, iban a hacerle una visita, eso lo sumió en una gran tristeza, pensaba que la vida no había sido justa con él´. Empezó a dar gracias a la vida, el día que conoció a Verónica, una muchacha empleada en una de sus oficinas que él dirigía. Era una muchacha bella, y además inteligente, con el tiempo llegó a ser su secretaria, eso le devolvió las ganas de vivir. Pero la vida le volvió a dar otro golpe fuerte. Un día, Verónica le dijo que no le podía seguir mintiendo, que se había enamorado de otra persona, que la perdonara, que él no se merecía que nadie le engañara. El mundo se le hundió, no podía creerlo. De momento pensó huir, lejos, no sabía dónde, un viaje era lo más indicado, pues hacía tiempo que debido a su trabajo no había disfrutado de vacaciones. Destino: PARIS, pues era una ciudad que aunque había estado varias veces, siempre había estado de negocios, y esta vez, iría sin prisas para disfrutarla, pues para él tenía un encanto especial, además de ser la ciudad de la luz, también la llamaban, la ciudad del amor. Esta vez iría en tren, pues todos sus viajes al ser de negocios, siempre iba en avión.
Este tren no iba directo Madrid-París, tenía varias paradas en las ciudades más emblemáticas de Francia, era como un crucero, pero en tren. Después de facturar las maletas fue a la cafetería a tomar un café, cuando se sentó en la barra vio a una muchacha tomándose un refresco, y sin saber cómo mirándola le dijo:
-Hola, me llamo Javier, ¿ y tú?.
Ella lo miró con una sonrisa.
-Los he visto rápidos, pero la verdad, no tanto-.A continuación le contestó:
–Yo me llamo Laura -le dijo tendiéndole la mano.
Javier le sonrió.
-Sí la verdad he sido un poco rápido, perdona.
En ese momento por la megafonía oyeron: “el tren destino París, sale de la vía 9 dentro de 10 minutos”. los dos bajaron de los taburetes, dándose cuenta, que era el destino de ambos y mirándose, se sonrieron, salieron deprisa, no sin antes abonar Javier las dos consumiciones.
El tren no tenía los clásicos vagones, tenía una gran cafetería, un salón, una biblioteca, sala de juegos, una sala de música y también comedor, pues había días que iban de ruta y comían en él. lo que no había eran habitaciones, pues se pernoctaba en la ciudad de destino.
Javier le preguntó si viajaba sola, ella le dijo que sí, él le dijo, que él también viajaba solo. El tren se puso en marcha y entraron en la cafetería, y cuál sería su sorpresa, cuando vieron entrar a un muchacho. Javier vio como Laura se sobresaltó, enseguida se dio cuenta que no se lo esperaba. Se acercó a ella y cogiéndola por los hombros, la besó. Javier se separó, viendo como Laura se iba con él. No sabía porque, pero aquel muchacho, no le gustaba. Ese día comían en el tren, su primer destino era Mentón, era el primer pueblo de nuestro país vecino, Francia. A la hora de comer vio a Laura sentada en el comedor, hablando acaloradamente con su amigo, bueno la verdad más bien escuchando, pues el que hablaba acalorado era él, y hasta le pareció escuchar algunas palabras bastante fuertes, eso lo puso de mal humor. Cuando llegaron al destino se fueron al hotel, por supuesto por separado, a la cena no acudió Laura, cosa que puso a Javier de mal humor, pues sabía seguro que no lo estaría pasando bien. Al acabar subió a la habitación, no podía dormir, continuamente se asomaba al balcón y eran las tres de la mañana cuando vio llegar a un taxi, del cual bajó Laura, entonces se tranquilizó. A la mañana siguiente, cuando bajó a desayunar se alegró al verla sola. Se sentó con ella y le preguntó por su amigo. Ella le dijo que se había marchado. Javier solamente le dijo, que se alegraba mucho, pues había oído un poco su conversación y no le gustó. -¿Sois novios? –le preguntó Javier. –No, ya no,-le contestó Laura. –Y a pesar que fue él, el que me dejó, ahora no me deja en paz, creo que hemos aclarado las cosas y parecer ser que lo he conseguido.-Ella siguió contando:-solo estoy arrepentida de un regalo que le hice, le regalé un reloj
de mi padre que era muy importante para mí, pero en aquél momento pensé que era el más indicado para tenerlo, pero me equivoqué. El mirándola a los ojos, sin saber cómo, le susurró: El amor es como el viento, suave y fuerte también, no me importa como sea, pero quiero que conmigo esté. Ella le miró fijamente, le cogió la mano, él no la soltó. Pasaron la mañana en esa bonita ciudad hasta la hora de comer, pues luego salían con dirección a Cannes, llegaron a media tarde dando un paseo por esa bonita ciudad hasta la hora de cenar, hicieron noche, y por la mañana continuaron viaje, destino a Niza.
Niza es una bonita ciudad, tiene una bonita playa, solo que es de piedra, y en la orilla hay mucha profundidad, dieron un paseo por el Paseo de los ingleses- Esa noche durmieron felices, mejor dicho, no podían conciliar el sueño, solamente querían que amaneciera, para juntos volver a estar.
Al día siguiente continuaron viaje hacia Montecarlo, tan pronto llegaron fueron a ver el puerto, donde habían unos yates preciosos, hoteles grandiosos, avenidas, edificios, donde no se ve nada más que riqueza. Cogidos siempre de la mano subieron a la parte alta, Mónaco,, recorriendo sus calles empedradas, que parecen de cuento de hadas, su Catedral, El hotel de París, El casino, el oceanográfico de Couteax. Tan ensimismados iban, que sin darse cuenta se encontraron los dos en el suelo, nadie los levantó, ellos solos se pusieron en pié, no pudiendo controlar sus risas. Entraron al casino y una máquina tragaperras les dio un premio, no era muy grande, pero a ellos les pareció un gran premio. Se fueron a cenar al hotel, pues a la mañana siguiente partían hacia Paris. La llegada a Paris fue preciosa, entraron por la puerta de Italia, se fueron al hotel, en Paris iban a estar siete días completos Los paseos por Paris eran maravillosos, Los Campos Elíseos, La Plaza de la Concordia, Los jardines de Luxemburgo, La Opera, cruzaron el Sena por el puente de Alejandro 111, la plaza de los pintores, El sagrado Corazón, Notre Dam, L a Torre Effiel, los Inválidos. Siempre cogidos de la mano. La ciudad del amor, los había embrujado. Esa noche fueron a la Opera, vieron Rigoletto, también esa noche compartieron habitación. La noche siguiente fueron de crucero por el Sena, estaban pasando unas maravillosas vacaciones.
Llegó el último día, fue un maravilloso recorrido por el rio Loira, un paisaje difícil de olvidar, pues en su orilla están los castillos de Chambord, Bloisd, Cheverny, Chiseause, fieles compañeros de su recorrido, a su paso le susurren suavemente : GRACIAS RIO POR ACOMPAÑARNOS Y PERMITIRNOS EN TUS AGUAS RFLEJARNOS.
Y así empezó una gran historia de amor.