miércoles, 23 de noviembre de 2011

Tormenta de verano

TORMENTA DE VERANO
Era primavera, iba a empezar el verano, me levanté temprano y salí a dar un paseo.
Estuve andando una hora y conforme avanzaba  la mañana, iba asomando por el horizonte, un Sol resplandeciente. Pero de momento, unas nubes negras amenazantes, cubrieron por completo el Sol y empezaron a dejar caer la lluvia sobre la tierra.
No podía creer, que ese Sol, tan esplendoroso, desapareciera entre las nubes.
No sabía que hacer, si continuar mi paseo, o volver a casa.
Después de pensarlo un momento, decidí seguir, pues a mí, me encanta pasear balo la lluvia, -pero claro llevando paraguas- y en ese momento, no lo llevaba.
Apreté el paso, pues la lluvia, poco a poco, iba siendo más fuerte, y yo, me estaba empapando.
De pronto, un gran trueno y un resplandor, paralizaron mi corazón. No lo podía creer, que de momento hubiese cambiado, de esa manera el tiempo.
¡AH, CLARO¡ Enseguida reaccioné, esto es lo que llamamos UNA TORMENTA  DE VERANO.
¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? Yo creo que imprudente no soy, si la tormenta hubiese empezado un poco antes, por supuesto , no hubiera salido a dar mi paseo, me hubiese quedado en casa tranquila, viendo caer la lluvia desde mi ventana.
Pero al ver al Sol tan radiante, parecía que me estaba invitando a salir y yo ilusa de mí, me lo creí, ahora me doy cuenta que me engañó.  ¡Que pícaro es el Sol¡.
Tuve la suerte de encontrar en mi camino una cafetería, de haber llevado algún dinero, hubiese entrado y un café con leche hubiese tomado, pero no fue así, iba sin un euro siquiera en mis bolsillos, entonces me resguardé en el portal, a esperar que calmara un poco la tormenta, para poder continuar, pues la verdad, prisa no tenía.
De pronto se abrió la puerta y salió un muchacho –muy bien parecido, por cierto- invitándome a pasar, cosa que yo acepté, yo suelo obrar con intuición, y en ese momento, es lo que me dictó mi corazón. ¡Como soy¡
Una vez dentro me invitó a sentarme y yo, como es lógico acepté. Me dijo si quería tomarme un café con leche, le dijo que SI,  pero antes debía de ir a los aseos, a secarme un poco el pelo.
Yo soy así, a veces  reacciono un poco tarde, de lo que me arrepiento, pero lo hecho,  hecho está, y no se puede cambiar.
Cuando volví a la mesa, tenía un café con leche  esperándome, cosa que le agradecí, pues reconozco que me reconfortó, pues el frio que tenía en mi cuerpo desapareció.
Entablamos una conversación y me dijo si quería que me acompañara, pues tenía el coche aparcado muy cerca, y sin pensarlo dos veces, le dije que SI.
Cuando llegamos a mi casa, le di las gracias, le ofrecí un café y lo invité a subir,  no pienso las cosas, yo soy así. El lo aceptó, y estuvimos hablando un buen rato los dos. Hasta que se marchó, no sin antes decirme, si nos volveríamos a ver. Por supuesto que sí, le contesté.
Cuando se marchó, me quedé relajada, pero mi corazón sin saber porque,  latía desesperado.
De pronto pensé, que me gustaría comparar mi vida, como una tormenta de verano .
A veces soy feliz y dichosa, como cuando veo al Sol brillar y mi vida brilla junto a él.
Otras veces, las nubes tormentosas invaden mi vida, su lluvia empapa mi cuerpo y solo tiemblo.
Pero de pronto
  mi alma se reconforta, cuando pienso que volveremos a vernos
Y que el Sol, brillará para nosotros, con todo su esplendor.
Lo mismo  QUE UNA TORMENTA DE VERANO-

1 comentario:

  1. Bonito relato. Me gusta verte en el mundo de la prosa. Te animo a continuar.
    Un beso y una flor para ti, apreciada Rosario.

    ResponderEliminar