SAINETE DE PAREJAS
RECIEN CASADOS
MARI - Hay que ver qué suerte tuvimos, cuando nos conocimos.
JOSE - Si mi amor, cuando te vi pensé, este bombón, para mí ha de ser.
MARI - Suspira – Que feliz me haces, no lo sabes bien, cógeme muy fuerte, no me vaya a caer.
JOSE - ¿Caerte cuando vas junto a mí?. Eso no puede ocurrir, pero si quieres, aún te apretaré más si así eres más feliz.
MARI - Sí mi amor, apriétame muy fuerte, pues así, si caemos, caeremos los dos.
JOSE - ¡Juntos los dos en el suelo¡ ¡que ilusión¡ los dos abrazados, mirándonos a los ojos y besándonos, alguien a levantarnos nos ayudaría, y si no, nosotros solos lo haríamos, sin prisa y con alegría.
MARI - Vamos a sentarnos un rato en ese banco.
VEINTE AÑOS MÁS TARDE
MARI - Jose, cógeme fuerte,¿no ves que me voy a caer?
JOSE - Uf, que pesada, cógeme, cógeme fuerte. Yo más fuerte no te puedo coger, si te caes alguien habrá que te recogerá, tú sabes que yo no seré, pues mis riñones esos esfuerzos, no los puede hacer.
MARI - Suspira – Como has cambiado, estoy segura que hace veinte años, no lo hubieras pensado. Eras atento, amable, romántico y besucón. Sobre todo besucón. Ahora desde no sé cuándo, que un beso no me has dado.
JOSE - Bueno, veo que llevas bien la cuenta. ¡Pero como quieres que después de veinte años, siga como cuando nos casamos¡. Mira, olvidamé, recuerdamé como quieras, yo ahora soy así, si te interesa bien, y si no, también.
MARI – Suspira – Si esto yo lo hubiera soñado, seguro que soltera, me había quedado.
ANDA VAMOS A SENTARNOS.
CUARENTA AÑOS MÁS TARDE
MARI - Chillando - Cariño, cógeme, vamos a ir juntitos, no nos caigamos. Otra vez chillando –
Cariño, cógeme vamos a ir juntitos no nos caigamos.
JOSE - No me chilles, cógeme tú a mí, pues sabes que con el PARKINSON muy quieto no puedo estar, pero no te cojas mucho, no me vayas a tirar.
MARI - Uf, este hombre para que me oiga, cuanto tengo que gritar. Cuando le digo algo, más de una vez, lo tengo que repetir. El otro día teníamos que ir al cine, mi pobre garganta, sin voz se quedó, y al final cuando se enteró, me dijo, que antes se lo debía de haber dicho. Se libró de mi contestación, porque mi garganta se había quedado sin voz, pes si no, le hubiera contestado y nada agradable por cierto y tampoco pasarme quiero.
Nos casamos hace cuarenta años con todo nuestro amor, pero los años nos han cambiado, ya no somos los mismos, ninguno de los dos. Aunque sin presumir, yo creo que estoy mejor, pues él, tiene muchos más achaques que yo.
Como sé que no me oye. ESTÁS ATONTOLINAO, Hay que a gusto me he quedao.
Chillándo – anda vamos a sentarnos.
JOSE - ¿Qué dices?
MARI - Chillando – Que vamos a sentarnos un rato en ese banco.
FIN